En ocasiones no podemos seguir los patrones alimentarios saludables debido a las alteraciones y sintomatología que provoca la ingesta de determinados alimentos a nuestro organismo. La base de esas alteraciones son las intolerancias alimentarias.

Cuando somos intolerantes nuestro organismo reacciona de forma adversa a ciertos alimentos. Estos alimentos contienen algún componente que hace que nuestro cuerpo no lo digiera y asimile correctamente.

No todo el mundo es consciente que presenta intolerancias alimentarias, por eso creemos que es importante saber cuáles son y os expliquemos cuáles son los principales síntomas.

No todas las intolerancias alimentarias son iguales, dependiendo de su origen tendrán un tratamiento u otro.

Las intolerancias alimentarias se pueden clasificar en tres tipos:

  • Primarias: Son las intolerancias que se heredan. Pueden aparecer a cualquier edad y su principal característica es que no es posible una cura completa y puede aumentar su gravedad con el paso de los años. 
  • Secundarias: No aparecen por motivos genéticos. Por suerte, es posible revertir la intolerancia atacando de raíz el problema y ayudar a la mucosa del intestino a recuperar su salud anterior en relativamente poco tiempo.
  • Deficiencia congénita: Es una intolerancia parecida a la primaria, pero con la diferencia de que la deficiencia congénita aparece ya desde el nacimiento. Este tipo de intolerancias son, en realidad, muy poco comunes.  

Por eso es bueno descubrir el origen de la intolerancia y ponerse en manos profesionales para tratarla y recuperar el estado de salud y bienestar anterior. Así, podremos comenzar a llevar una alimentación lo más adecuada posible y recuperar nuestra vida saludable.

Intolerancia a la lactosa e intolerancia al gluten

Sabiendo un poco más sobre las intolerancias es hora de saber cuáles son las más habituales y en qué alimentos se encuentran:

El gluten es una proteína que se encuentra ampliamente extendida en cereales como el trigo, la avena, el centeno o la cebada. Cuando una persona es celíaca, es decir, tiene intolerancia al gluten, su intestino delgado no puede digerir esta proteína y se inflama provocando dolorosos trastornos digestivos.

La lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche proveniente de mamíferos que solemos consumir -vaca, oveja, cabra y, además, en la humana-. Cuando eres intolerante a la lactosa, tu sistema digestivo no puede metabolizar este azúcar por no tener la enzima que descompone la lactosa (lactasa), por lo que pasa al intestino grueso generando hinchazón y dolor. 

Intolerancia a la fructosa

Se conoce como fructosa al azúcar que contienen las frutas. Si tienes intolerancia a la fructosa es porque tu aparato digestivo no es capaz de descomponer este azúcar y de absorberlo correctamente, lo que provoca problemas digestivos que impiden llevar un ritmo de vida normal, en ocasiones llegando a comprometer la salud física y emocional.

La sacarosa es el azúcar común, también llamado azúcar de mesa. La sacarosa es el edulcorante más común, la mayor parte de repostería y los dulces están endulzados con este azúcar. Las personas intolerantes a la sacarosa lo son porque su cuerpo no produce la enzima suficiente para digerir este azúcar durante la digestión.

A diferencia de la causa del resto de intolerancias, la histamina es una sustancia que no sólo está en los alimentos que consumimos, sino que también la produce nuestro propio cuerpo. Normalmente tenemos en nuestro organismo una enzima que metaboliza la histamina cuando se acumula, diamonooxidasa (DAO). Cuando una persona es intolerante a la histamina es porque no produce la suficiente enzima como para disolverla y, en altas cantidades, la histamina puede llegar a ser tóxica, causando problemas alimenticios. 

Son muchas las personas que no descubren que tienen intolerancias alimentarias hasta pasado un tiempo de sentirse mal, no relacionan sus molestias con las intolerancias alimentarias alargando innecesariamente la situación.

Para ponerle remedio pronto es bueno saber cuáles son los síntomas más habituales de las intolerancias alimentarias:

  1. Problemas digestivos: gases, vómitos, diarreas, estreñimiento, hinchazón y/o dolor de estómago o colon irritable.
  2. Aumento de peso: Las personas que padecen intolerancias pueden llegar al sobrepeso o la obesidad sin motivo aparente, incluso siguiendo una alimentación equilibrada.
  3. Enfermedades dermatológicas: La piel también se ve afectada si nuestro organismo no asimila bien ciertos alimentos, llegando a provocar picores, acné, eczemas, urticaria o erupciones.
  4. Problemas neurológicos: Otro de los sistemas de nuestro cuerpo que se ve afectado por las intolerancias alimentarias es el sistema de nervioso, lo que hace que se puedan padecer fuertes dolores de cabeza, migrañas, mareos o vértigos.
  5. Molestias musculares: Al no absorber en nuestro organismo los nutrientes necesarios por culpa de una intolerancia alimenta, podemos experimentar sensación de cansancio constante, dolores musculares y de las articulaciones o artritis. 
  6. Problemas respiratorios: La intolerancia a algunos alimentos puede causar asma, sinusitis o dificultades respiratorias.

En los últimos años se ha visto un aumento de las personas que sufren intolerancias alimentarias. Por eso se han multiplicado los estudios que afirman que una buena alimentación es necesaria tanto para prevenir como para tratar estos trastornos digestivos. 

Si piensas que puedes sufrir intolerancia a algunos alimentos lo mejor es ponerse en manos de profesionales y una vez diagnosticada la intolerancia contactar con tu nutricionista especialista en patología digestivas. 

Como Nutricionistas en Vila-Real que somos, en Sheila LLop Nutrición y Salud te ayudaremos a encontrar el origen de la intolerancia alimentaria, restablecer el equilibrio  en la microbiota intestinal y normalizar de nuevo tu pauta alimentaria, teniendo en cuenta tu evolución y sintomatología en cada fase.