La intolerancia a la fructosa (azúcar presente de forma natural en la miel, fruta, verdura, así como edulcorante artificial muy utilizado actualmente) es frecuente en la población, originando síntomas a nivel digestivo fácilmente tratables si se tienen herramientas y conocimiento del problema.

Desafortunadamente, es frecuente relacionar esta intolerancia a la fructosa con algún problema a nivel psicológico (estrés, nervios, ansiedad) o, simplemente es tratado por parte de los médicos con protectores gástricos o para los gases, sin dar una buena solución a esta patología como es un cambio en tu dieta.

Diferencias entre alergia e intolerancia a la fructosa

La principal diferencia entre la alergia a la fructosa e intolerancia a la fructosa, se encuentra en que la alergia es una reacción adversa de nuestro organismo de carácter inmunológico cuando ingerimos algún alimento, mientras que la intolerancia es debida a una reacción provocada por un error metabólico o enzimático a nivel intestinal.

La alergia no nos permitirá el consumo de aquellos alimentos ricos en fructosa que la hayan provocado, mientras que la intolerancia a la fructosa, nos permitirá volver a reintroducir y consumir alimentos que lo contengan, en función de nuestro nivel de tolerancia.

¿Qué es la malabsorción a la fructosa?

La malabsorcióna la fructosa se produce por la ausencia de un transportador intestinal específico para este azúcar, cuya función es introducir esta fructosa dentro del intestino delgado para poder ser absorbido. Este transportador es dependiente de la cantidad de fructosa ingerida.

Síntomas de la intolerancia a la fructosa

La intolerancia a la fructosa aparece con la presencia de síntomas asociados a la malabsorción de la que hemos hablado anteriormente, ya que la fructosa no absorbida llega hasta el colon donde las bacterias intestinales empiezan el proceso de fermentación, que conllevará la liberación de gases.

Por tanto, el grado de malabsorción va a depender del déficit de la enzima transportadora de fructosa, así como de la sensibilidad intestinal a la misma, que hará que unas personas lo acusen más que otras.

Intolerancias

Los síntomas que aparecen se deben principalmente a dos mecanismos básicos:

  • Diarrea: debido a la presencia de azúcares no absorbidos en el intestino, se aumenta el volumen de agua en su interior, lo cual genera diarrea.
  • Gases, hinchazón y dolor abdominal. Cuando la fructosa llega al colon para ser fermentada, se incrementan bacterias que liberan hidrógeno (H2), anhídrido carbónico (CO2) y metano (CO4). Se produce un incremento en la producción de gas, que se traducirá en dolor abdominal, hinchazón, meteorismos, borborigmo (ruidos por la mezcla del líquido intestinal con el gas) y diarrea “explosiva” (con abundante gas).

Algunas personas también refieren náuseas y vómitos, dolores de cabeza, puede aparecer también estreñimiento (por la presencia de una flora intestinal que produce sobretodo gas metano), e incluso pérdida de peso, ya que, la persona empieza a comer menos por el simple hecho de que nada le sienta bien.

Grados de intolerancia a la fructosa

Existen distintos grados de intolerancia a la fructosa, dependiendo de este, el tratamiento a seguir será más a o menos restrictivo en fructosa.

  • Intolerancia total: no se podrá ingerir ningún alimento que contenga fructosa.
  • Intolerancia parcial (lo más habitual): se podrán consumir ciertos alimentos con un contenido bajo en fructosa, e incluso con contenido moderado-elevado en fructosa.

¿Qué puedo comer si soy intolerante a la fructosa? Dieta FODMAP

El tratamiento consiste básicamente en prescindir de alimentos con elevadas cantidades en fructosa, sin ser muy restrictivos y también valorando el grado de tolerancia de manera individual. Es aquí donde introduciremos una dieta FODMAPs (oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos y polioles), basada en la reducción de aquellos hidratos de carbono de cadena corta fermentable que pueden provocar síntomas digestivos, como la fructosa.

Se aconseja seguir un plan restrictivo de este tipo de alimentos durante 6-8 semanas, con posterior reintroducción de los alimentos por grupos, para identificar la tolerancia individual a la fructosa. Esta práctica significa evitar alimentos con alto contenido en FODMAPs:

  • Cereales como trigo y derivados.
  • Frutas (manzana, pera, sandía, melocotón, cerezas, moras, nectarinas y mango).
  • Verduras y hortalizas (achicoria, cebolla, ajo, alcachofas, espárragos, remolacha, coles de Bruselas, brócoli, puerro, coliflor o champiñones).
  • Legumbres en general.
  • Lácteos: evitar leche y derivados.
  • Miel.
  • Edulcorantes artificiales que contengan sorbitl(E420), manitol (E421), isomaltosa (E953), malitol (E965) y xilitol (E967).

Como hemos podido observar, la intolerancia a la fructosa se trata de una patología que en manos de nuestro equipo de dietistas-nutricionistas en Vila-real es fácilmente tratable, e incluso reversible. Es fundamental, en este sentido, un buen diagnóstico por parte de tu médico especialista, y posteriormente la búsqueda de un asesoramiento nutricional personalizado y adecuado.

Puedes leer más sobre las principales intolerancias alimentarias en nuestro blog de nutrición.

En Sheila Llop, contamos con dietistas-nutricionistas que nos ayudan a recuperar nuestro bienestar digestivo. Esto nos permitirá llegar a disfrutar de una alimentación equilibrada, variada, suficiente y saludable, que nos hará recuperar la ganas de comer.